Llegaste a mi vida por medio de
mi hermana, te vio en una vitrina e inmediatamente te amó. Conmigo el proceso
fue lento, tengo que aceptarlo. Antes de ti, tuve otra mascota que amaba tanto
y me negaba a quererte a ti. Pero fue inevitable, así que después de varios
días, ya estaba completamente enamorada de tu alegría, de tu entusiasmo, de esa
naricita catira y esos ojitos que me veían con tanto amor. Eras una bolita de
pelo tan tierna y suavecita.
En cierto modo hiciste que una
adolescente y una niña que vivían peleando se unieran más. Recuerdo todas las
veces que recorrimos las calles de San Isidro, orgullosas de pasear a nuestra
linda mascota y las personas que nos pasaban por un lado se reían porque era
más la pechera que la perrita. Cuando tenías semanas con nosotros eras tan
tremenda que desquiciaba, no recuerdo cuantas cosas rompiste pero recuerdo que
con el tiempo te convertiste en la perrita más inteligente que conocía. No
olvido esos días de ocio en que se me metía lo Elvira y te lanzaba de la cama y
luego la gracia se volvió una morisqueta porque aprendiste a lanzarte y subirte
de las camas, muebles, mesas y ya no había quien te bajara de ningún lado,
todos los lugares de nuestra casa fueron tuyos.
El tiempo pasó, la niña y la
adolescente se convirtieron en mujer y adolescente y tuvieron que tomar su
camino fuera de casa y quedaste tú haciéndole compañía a mis padres. Mi mamá
tan dulce, siempre te quiso pero ¿mi papá? ¡Ja! Con él la historia es muy
peculiar… la verdad él no mostraba un gran apego hacia ti tus primeros años
pero luego que mi hermana y yo nos mudamos de la casa, tú te convertiste en la
tercera hija de mi papá, eras su consentida, tan consentida que dejó de pasar
festividades con nosotros para que no te quedaras sola en casa. Sus navidades,
cumpleaños, cumpleaños de hijos y nietos; todos los pasó contigo, feliz,
siempre y cuando tú no te quedaras sola en casa y que le lleváramos un pedazo
de torta.
Recuerdo unos meses que te
llevamos una compañerita, Lanita, una perra que no tenía ni una pizca del
glamour que a ti te sobraba, debo decir que ese espíritu juguetón que roza lo desastroso
siempre lo tuviste escondido porque después de unas semanas con Lanita volviste
a ser la perrita desastrosa que fuiste al inicio y también recuerdo la
depresión que tuviste cuando se llevaron a tu compañera y te quedaste sola, y
no parabas de chillar.
Cuando eras pequeña no te gustaban
los niños, siempre pensé que era por celos pero la verdad es que nunca sabré
por qué ladrabas y gruñias cada vez que un niño se te acercaba y finalmente,
con la edad, empezaste a tolerar a los niños de manera que mis sobrinos ya
podían tocarte y jugar contigo, también te ganaste el corazón de ellos. En mi
edificio eras muy conocida, la pequeña chiquita no podía pasar desapercibida
nunca. Pese a tu tamaño; tus ladridos, tu ternura y ese amor por tomar el sol,
hicieron de ti, una perrita que deja una huella.
Naciste el 24 de mayo del 2004 y
falleciste el 2 de junio del 2016… tuvimos 12 años de alegría en nuestra casa,
12 años con alguien fiel que siempre nos esperaba con las paticas para arriba y
así poder recibir su respectivo cariño en la panza, 12 años de gritar Chiquitaaaaaa
deja de ladraarrrrr, 12 años despertándote de esos sueños que tenías en los que
te hacían hipar y chillar dormida, 12 años diciendo CHIQUITA ABAJO, 12 años
llamándote cada vez que derramaba algo al piso, 12 años gritando tooooomaaaaa
cuando quería engañarte para bañarte. En tus últimos días se te consintió más
de la cuenta, se te permitió entrar a sitios que tenías prohibidos, en tus últimos
días, el hogar se sintió cargado de nostalgia, preocupación y un profundo amor.
Fuiste una guerrera, esperaste hasta que todos tus familiares se despidieran de
ti para luego, por fin, dar el último aliento de vida; tan inteligente como
siempre. En fin… estas lágrimas que hoy derramo, son una mezcla de tristeza
porque no te veré más y de alegría porque estuviste la mitad de mi vida
conmigo, eres un miembro de la familia al que siempre recordaré, gracias por
traer alegría a nuestro hogar.
Me queda de consuelo, aparte de
los 12 años contigo, que tu último año nuevo la pasaste encerrada conmigo
acostada en mi cama pegadita a mí para dejar de temblar por los cohetes y no me
importó si la gente quería darme el feliz año, no me importó desaparecerme la
primera media hora del 2016 para hacerte compañía a ti. Me consta que fuiste
una perrita muy feliz y amada, por eso hoy tu partida no es llena de dolor sino
de alegría porque tuviste unos dueños que te amaron y porque tuvimos a una mascotica
muy especial. Te amo.